Federer a la cabeza en el Olimpo del Tenis

La actualidad en el mundo del tenis dio un giro de 180° en menos de dos meses. Cuando todo parecía servido para que el ahora ex monarca Rafael Nadal arrasara con el verano europeo, e incluso con lo que restaba de la temporada, una serie de circunstancias se dieron para que Roger Federer tenga el momento más "dulce" de su carrera.

El punto de inflexión parecer haber sido el Masters 1000 de Madrid, en donde Federer comenzó a reencontrarse con su gran tenis, esa inigualable calidad y destreza natural que según hablan los expertos, jamás se vio en la historia del deporte blanco.

Ganó inesperadamente contra su mayor verdugo Nadal, y además en patio ajeno, lo que le potenció todavía más su confianza y su espíritu de lucha para encarar ese Grand Slam que siempre le había sido esquivo, el legendario Roland Garros, que parece no haber sido hecho para jugadores con vocación ofensiva y que gustan de atacar y subir a la red con regularidad. Pero ahí es donde se engrandece todavía más el suizo, ya que no únicamente alcanzó su cuarta final consecutiva, sino que esta vez la ganó y ante el villano del certamen, Robin Söderling, que a base de "palazos" sacó de la cancha al otrora tetra campeón.

En ese momento no quedaban dudas sobre quién era ya el mejor jugador de la historia, porque a pesar de estar empatado en Grand Slam con el gran Pete Sampras, Federer pudo ganar en esa arcilla tan complicada de conquistar para jugadores de sus características.

Con el gran impulso que le supuso su conquista, además de un verdadero descanso y liberación de presión, el genio suizo encaró Wimbledon con el único objetivo: "…recuperar mi trono…" dijo Federer, y lo hizo de qué manera. Al igual que en Paris sufrió más de la cuenta, y fue en la final contra un aguerrido Andy Roddick que finalmente se alzó con el anhelado trofeo dorado, el cual ya tiene seis veces escrito el nombre del europeo.

Juntando estos dos últimos meses a toda una trayectoria de grandes logros, triunfos, récords y hazañas, Roger Federer no está nada más en el olimpo del tenis, sino que se sienta a la cabeza, como el más grande de todos, al lado de los Laver, Borg, Sampras, Emerson.

Federer ha recuperado y con gran merecimiento el No. 1 del mundo, porque si bien no estuvo Rafael Nadal para defender su corona en el césped londinense a causa de una lesión, el gran Roger hizo todo lo que estaba en sus manos y dejó el alma en la cancha para recuperar el trono perdido.

El resto de la temporada se avecina como una intensa lucha en la cima, pero una cosa es cierta, la historia ya se ha escrito, lo que haga Federer de aquí en delante sólo enriquecerá más su legado pero no lo hará ascender más en la escala de tenistas, porque ya se encuentra en lo más alto.